Odisea, Canto XI, "Descenso al Hades"
Homero
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Amor constante mas allá de la muerte
Francisco de Quevedo
Cerrar podrá mis ojos la
postrera
sombra, que me llevaré el
blanco día;
y podrá desatar esta alma
mía
hora, a su afán ansioso
linsojera;
mas no de esotra parte en
la ribera
dejará la memoria en donde
ardía;
nadar sabe mi llama la
agua fría,
y perder el respeto a ley
severa:
Alma a quien todo un Dios
prisión ha sido,
venas que humor a tanto
fuego han dado,
medulas que han
gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su
cuidado;
serán ceniza, mas tendrán
sentido.
Polvo serán, mas polvo
enamorado.
(Volver a Clasicos)
Burnt Norton
T. S. Eliot
(De Cuatro cuartetos)
El tiempo presente y el tiempo pasado
tal vez en el tiempo futuro estén ambos presentes,
y el tiempo pasado contenga el futuro.
Si todo instante es el presente eternamente
ningún instante es redimible.
Lo que pudo haber sido es una abstracción,
que sigue siendo una perpetua posibilidad
sólo en un mundo de especulaciones.
Lo que pudo haber sido y lo que fue
tienden a un solo fin, siempre presente.
El ruido de los pasos resuena en la memoria
por ese corredor por el que no hemos tomado
hacia la puerta que nunca hemos abierto
del rosedal. Así resuenan mis palabras
en otras mentes.
Pero con qué intención
turban el polvo en una fuente
de pétalos de rosa, no lo sé.
Otros ecos
habitan el jardín. ¿Los seguiremos?
Rápido, dijo el pájaro, encuéntrenlos, encuéntrenlos,
están allí a la vuelta. Por el primer portón
de nuestro primer mundo ¿seguiremos
la ilusión del zorzal? Nuestro mundo primero.
Allí estaban, augustos, invisibles,
moviéndose, sin gravitar, sobre las hojas muertas.
en el calor de otoño, por el aire vibrante;
y el pájaro cantó, respondiendo a la música
inaudible escondida entre las plantas, y
la mirada no vista pasó, porque las rosas
tenían un aspecto de flores contempladas.
Como huéspedes nuestros allí estaban,
aceptados, conformes.
Así avanzamos, también ellos,
en un orden convencional,
por la senda desierta, y entramos en el círculo
de boj para mirar el estanque vacío.
Seco el estanque, cemento seco de bordes pardos,
y con la luz del sol se llenó de agua,
y surgieron los lotos, en silencio, en silencio;
la superficie centelleaba de médula de luz,
y ellos se reflejaban, detrás de nosotros, en el
fondo.
Luego pasó una nube, y el estanque
apareció vacío. Váyanse, dijo el pájaro,
porque el follaje estaba lleno de criaturas
alegres y escondidas, conteniendo la risa.
Vayanse, dijo el pájaro; vayanse, que la especie
humana no soporta tanta realidad.
El tiempo pasado y el tiempo futuro
lo que pudo haber sido y lo que fue
tienden a un solo fin, siempre presente.
(Traducción de J.R. Wilcock. Desarreglos de CVZ)
Burnt Norton
(De Four
Quartets)
Time present and time past
Are both perhaps present in time future.
And time future contained in time past.
If all time is eternally present
All time is unredeemable.
What might have been is an abstraction
Remaining a perpetual possibility
Only in a world of speculation.
What might have been and what has been
Point to one end, which is always present.
Footfalls echo in the memory
Down the passage which we did not take
Towards the door we never opened
Into the rose-garden. My words echo
Thus, in your mind.
But to what purpose
Disturbing the dust on a bowl of rose-leaves
I do not know.
Other echoes
Inhabit the garden. Shall we follow?
Quick, said the bird, find them, find them,
Round the corner. Through the first gate.
Into our first world, shall we follow
The deception of the thrush? Into our first
world.
There they were, dignified, invisible,
Moving without pressure, over the dead leaves,
In the autumn heat, through the vibrant air,
And the bird called, in response to
The unheard music hidden in the shrubbery.
And the unseen eyebeam crossed, for the roses
Had the look of flowers that are looked at.
There they were as our guests, accepted and
accepting.
So we moved, and they, in a formal pattern,
Along the empty alley, into the box circle,
To look down into the drained pool.
Dry the pool, dry concrete, brown edged,
And the pool was filled with water out of
sunlight.
And the lotos rose, quietly, quietly,
The surface glittered out of heart of light,
And they were behind us, reflected in the pool.
Then a claud passed, and the pool was empty.
Go, said the bird, for the leaves were full of
children,
Hidden excitedly, containing laughter.
Go, go, go, said the bird: human kind
Cannot bear very much reality.
Time past and time future
What might have been and what has been
Point to one end, which is always present.
(Volver a Clasicos)
El
tango
Jorge Luis
Borges
¿Dónde
estarán? pregunta la elegía
de quienes
ya no son, como si hubiera
una región
en que el Ayer, pudiera
ser el
Hoy, el Aún, y el Todavía.
¿Dónde
estará? (repito) el malevaje
que fundó
en polvorientos callejones
de tierra
o en perdidas poblaciones
la secta
del cuchillo y del coraje?
¿Dónde
estarán aquellos que pasaron,
dejando a
la epopeya un episodio,
una fábula
al tiempo, y que sin odio,
lucro o
pasión de amor se acuchillaron?
Los busco
en su leyenda, en la postrera
brasa que,
a modo de una vaga rosa,
guarda
algo de esa chusma valerosa
de Los
Corrales y de Balvanera.
¿Qué
oscuros callejones o qué yermo
del otro
mundo habitará la dura
sombra de
aquel que era una sombra oscura,
Muraña,
ese cuchillo de Palermo?
¿Y ese
Iberra fatal (de quien los santos
se
apiaden) que en un puente de la vía,
mató a su
hermano, el Ñato, que debía
más
muertes que él, y así igualó los tantos?
Una
mitología de puñales
lentamente
se anula en el olvido;
Una
canción de gesta se ha perdido
entre
sórdidas noticias policiales.
Hay otra
brasa, otra candente rosa
de la
ceniza que los guarda enteros;
ahí están
los soberbios cuchilleros
y el peso
de la daga silenciosa.
Aunque la
daga hostil o esa otra daga,
el tiempo,
los perdieron en el fango,
hoy, más
allá del tiempo y de la aciaga
muerte,
esos muertos viven en el tango.
En la
música están, en el cordaje
de la
terca guitarra trabajosa,
que trama
en la milonga venturosa
la fiesta
y la inocencia del coraje.
Gira en el
hueco la amarilla rueda
de
caballos y leones, y oigo el eco
de esos
tangos de Arolas y de Greco
que yo he
visto bailar en la vereda,
en un
instante que hoy emerge aislado,
sin antes
ni después, contra el olvido,
y que
tiene el sabor de lo perdido,
de lo
perdido y lo recuperado.
En los
acordes hay antiguas cosas:
el otro
patio y la entrevista parra.
(Detrás de
las paredes recelosas
el Sur
guarda un puñal y una guitarra.)
Esa
ráfaga, el tango, esa diablura,
los
atareados años desafía;
hecho de
polvo y tiempo, el hombre dura
menos que
la liviana melodía,
que solo
es tiempo. El Tango crea un turbio
pasado
irreal que de algún modo es cierto,
el
recuerdo imposible de haber muerto
peleando,
en una esquina del suburbio.
(Volver a Clasicos)
Oda al gato
Pablo Neruda
Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.
(Volver a Clasicos)
Muñeca
Brava
Enrique Cadícamo
Che madám
que parlás en francés
y tirás ventolín a dos manos,
que escabiás copetín bien frapé
y tenés gigoló bién bacán...
Sos un
biscuit
de pestañas muy arqueadas...
Muñeca brava
bien cotizada.
¡Sos del
Trianón...
del Trianón de Villa Crespo...
Milonguerita,
juguete de ocasión...
Tenés un
camba que te hacen gustos
y veinte abriles que son diqueros,
y muy repleto tu monedero
pa´ patinarlo de Norte a Sud...
Te baten todos Muñeca Brava
porque a los giles mareás sin grupo,
pa´ mi sos siempre la que no supo
guardar un cacho de amor y juventud.
Campaneá
la ilusión que se va
y embrocá tu silueta sin rango,
y si el llanto te viene a buscar
escurrí tu dolor y reí...
Meta champán que la vida se te escapa,
Muñeca Brava, flor de pecado...
Cuando
llegués
al final de tu carrera,
tus primaveras
verás languidecer.
(Volver a Clasicos)
Soneto
de tus vísceras
Baldomero Fernández Moreno
Harto ya
de alabar tu piel dorada,
tus
externas y muchas perfecciones,
canto al
jardín azul de tus pulmones
y a tu
tráquea elegante y anillada.
Canto a
tu masa intestinal rosada,
al bazo,
al páncreas, a los epiplones,
al doble
filtro gris de tus riñones
y a tu
matriz profunda y renovada.
Canto al
tuétano dulce de tus huesos,
a la
linfa que embebe tus tejidos,
al acre
olor orgánico que exhalas.
Quiero
gastar tus vísceras a besos,
vivir
dentro de ti con mis sentidos…
Yo soy un
sapo negro con dos alas
(Volver a Clasicos)
La Casa
Manuel J. Castilla
Ese que va
por esa casa muerta
y que en
la noche por la galería
recuerda
aquella tarde en que llovía
mientras
empuja la pesada puerta,
ese que ve
por la ventana abierta
llegar en
gris como hace mucho el día
y que no
ve que su melancolía
hace la
casa mucho más desierta,
ese que
amanecido, con el vino,
se arrima
alucinado al mandarino
y con su
corazón lo va tanteando,
ese ya no
es, aunque parezca cierto,
es un
Manuel Castilla que se ha muerto
y en esa
casa está resucitando.
(Volver a Clasicos)
El otoño recorre las islas
José
Carlos Becerra
A veces tu
ausencia forma parte de mi mirada,
mis manos
contienen la lejanía de las tuyas
y el otoño
es la única postura
que mi
frente puede tomar para pensar en ti.
A veces te
descubro en el rostro que no tuviste
y en la
aparición que no merecías,
a veces es
una calle al anochecer
donde no
habremos ya de volver a citarnos,
mientras
el tiempo transcurre entre un movimiento de mi corazón
y un
movimiento de la noche.
A veces tu
ausencia aparece lentamente en mi sonrisa
igual que una mancha de aceite
en el agua,
y es la
hora de encender ciertas luces
y caminar
por la casa evitando el estallido de ciertos rincones.
En tus
ojos hay barcas amarradas, pero yo ya no habré de soltarlas,
en tu
pecho hubo tardes que al final del verano
todavía
miré encenderse.
Y éstas
son aún mis reuniones contigo,
el
deshielo que en la noche
deshace tu
máscara y la pierde.
(Volver a Clasicos)
Posibilidades
Wislawa Szymborska
Prefiero los gatos.
Prefiero el cine.
Prefiero los robles a orillas del río.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a
amar a la humanidad.
Prefiero tener en la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que
la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Con
los médicos prefiero hablar de otra cosa.
Prefiero las viejas ilustraciones.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo
ridículo de no escribirlos.
En el
amor prefiero los aniversarios
que
se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que
no me prometen nada.
Prefiero la bondad del sabio a la del demasiado crédulo.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas
del
periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a
muchas otras que tampoco he dicho.
Prefiero el tiempo de los insectos al tiempo de las estrellas.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de
que todo tiene una razón de ser.
(Volver a
Clasicos)
Lo que permanece
Mark
Strand
Yo me vacío de los nombres de los
otros.
Vacío mis bolsillos.
Me quito los zapatos y los dejo al
borde del camino.
En la alta noche retraso los relojes,
abro el álbum familiar
y descubro al muchacho que fui.
De qué sirve mirarme? Las horas
realizaron su trabajo.
Digo mi propio nombre.
Yo digo adiós.
Mis palabras fueron
arrastradas por el viento.
Amo a mi esposa
pero la alejo de mí.
Mis padres están en el lugar
que les corresponde.
Cómo podría yo cantar?
El tiempo me dice lo que soy.
He cambiado pero sigo siendo el
mismo.
Me vacío de mi vida
pero mi vida permanece.
(Traducción o,
más bien, tergiversación de C. V. Zurita)
(Volver a Actuales)
Marcelo Sutti
Descripción Prematura
Fue intimidad de un pájaro o del viento,
cayó sobre la tierra removida,
el rocío le dio la bienvenida
y la luna espejada su pigmento.
Luego llegó el invierno y el aliento
de ser refugio para quien anida,
le hizo ganar de a poco la partida
y fue la sombra de un advenimiento.
El agua acarició su tallo oscuro
y trayendo al presente su futuro
dejó brotar la savia contenida…
Entonces fue del aire su misterio
y el árbol desplegando un hemisferio
regaló sus magnolias a la vida.
Herencia
Regalaron las prendas del difunto.
Se fueron las camisas, el sombrero,
se llevó el traje quien lo vio primero
y un pantalón con su estrenar presunto.
Alguien guardó en un bolso todo junto
para que inicie un nuevo derrotero
lo poco que colgaba del ropero
y terminar así con el asunto.
Pero se abrió el cajón de los zapatos
y un frío intenso trajo los relatos
del silencio que grita una voz fuerte…
Nada queda más triste que el vacío
de la horma que fuera el albedrío
de quien desnudo parte hacia la muerte.
Títeres
A Gabriel “Guaira” Castilla
Sus vértebras son partes de una mano,
falanges que respiran, que saludan
y así como al pasar su ropa mudan
convertidos en héroes o villanos.
Ventrílocuos del aire, prematuros
gigantes de perfil liliputiense
jugándose a soñar que alguien los piense
adultos liberados intramuros.
¿Qué sangre vegetal sus brazos mueve
autárquicos del hombre que se atreve
a compartir su espiritual terreno?
Termina la función, en apariencia,
y pesa como un cargo de conciencia
sentir que somos dueños de algo ajeno
(Volver a Actuales)
.
Santiago Sylvester
(aprendizaje
del desierto)
Hay mucho que aprender del
desierto: en primer
lugar, que no hay desierto.
No es que no haya nada o sólo
arena, aquí hay de
todo: viento, soledad, malas y buenas ideas
y mucha sombra que
como la sombra
nunca es la misma: variable como
toda cosa exacta.
Es inevitable que los hombres
caminen por aquí, y
también que se vayan: tampoco aquí la vida
es fácil, aunque está bien representada;
lo que siempre hay
es intercambio: comercio que golpea
y quema el
mundo.
Y esto es lo que más se aprende:
aquí habrá lo que
usted traiga.
(un propósito difícil de cumplir)
Ir al extranjero: ¿dónde queda
eso?
¿es el sitio de otro idioma?
¿de otra religión? ¿hay
desconocidos? ¿distinta comida? ¿turbante,
capa, colores inusuales?
Este es un mundo sin secretos
desde el siglo XX,
tierra sin misterios, explorada hasta el hueso;
las cataratas son fuente de
energía, los desiertos una
pista para competencias; el fondo del mar
una curiosidad turística: no hay pedazo que
no haya sido destripado, medido y, desde
luego, comprado o vendido.
Tal vez el extranjero no sea
más que un asunto
expresivo: palabras entre signos de
admiración, un prestigio con sílabas
cambiadas.
O simplemente el viejo miedo a
morir.
Ir al extranjero: fácil la
expresión, difícil el camino.
(el
alma en problemas)
El alma
de ese viejo no necesita profecías: sabe que
pronto quedará sin trabajo.
Falta
poco para que no tenga qué hacer, a quién
cuidar o vigilar;
y qué
hará entonces
con su
tendencia al monólogo interior,
con el
dilema de las premoniciones,
con la
paradoja de ser alma y vivir pendiente de
sudores, sexo, tejido adiposo, sistema
hormonal.
Pronto
quedará
sin trabajo y pide un plazo: que ese viejo
siga con
su fiesta de cumpleaños, su memoria en
estado ambulatorio, sus paseos por la vereda
del sol;
ella es
joven todavía, vivaz y disoluta, y no tiene
experiencia en ya no estar;
sabe que
falta poco y se asusta,
sabe que
un alma sirve para una sóla vez.
(Volver a Actuales)
Ängel Leiva
La casa duerme
Para Carlos Zurita
Entre viejos
papeles
estirado a lo
largo de la cama
un Estudiante de
humanidades
se busca la
cabeza.
Y en la azotea
una camisa blanca
está siendo
movida por el viento.
Hoy casi todo me
recuerda a tu cuerpo
pegado al
corazón.
Bajo la frente,
una mano,
me aferro al
picaporte de la puerta
pero no sé que cosa
me empuja hacia
la Muerte.
Solo que la Casa
duerme,
que el estudiante está caído
y que alrededor
del pecho
ninguna flor silvestre
le sostiene el
Pensamiento.
La Casa duerme.
Esta Ciudad
es terrible
conocerla en su Silencio.
Hotel
marítimo
II
Regreso al día
de los perpetuos
amadores que se sienten,
atraen
y despiden
Hemos encendido
el polvo iluminado
de esta gastada
calle de la luna
y del poema
Seguimos
quebrados por
los pasos de luz
de los
teléfonos
y del agua
amanecida
entre los testimonios de la carne.
Mientras,
todavía estamos
haciendo
florecer
nuestros
sentidos de la vida.
Labios con
Labios.
VI
El ardor gélido
del mar
es la cautiva
bailarina necesaria
de estos
pequeños gestos condenados
de piernas y de
manos en la cama
Nos atamos
fascinados a ellos
con el monótono
recuerdo de los bebedores
de los licores
del instante
Este Instante
aparece
y reaparece cada
tanto entre nosotros
junto a los
gastados cuernos del sol
La rueda de la
luna es
como una lámpara
gigante
sobre el campo
de vuelo de los cuerpos
Los nidos
últimos del sueño
del amor
son las antiguas
especies del destierro.
Mi Amor.
Tu Amor.
Solo nosotros
tres
desenterramos a
solas
los huesos de
las noches
por los lugares
del crepúsculo
Cuando lo único
que quise
fue saber si es
que existías aún
o ese mínimo de
felicidad
nacida hacia un
costado de las vías
de la antigua
costanera.
(Volver a Actuales)
Alfonso Nassif
Hay días que no son terrestres
Tiempo de otro universo,
horas que no se corresponden.
Vuelven y aparecen con otras isobaras,
otras tempestades. Confuso destino.
El tiempo.
Fantasma que no retrocede,
no abandona el espacio de la tierra.
Un día ajeno con otras turbulencias,
confunde horas, direcciones, olvidos.
No he descuidado mis horas.
Instantes presentidos con otra inocencia.
Los días se apagan en mis ojos.
Días superpuestos en mí, uno a uno.
Buenos, malos, pero míos.
Intransferible calendario.
Espejos que se multiplican y se borran.
Quizá, yo no soy yo.
Estoy viviendo en otra luz, en otra esfera.
Mi duda, tampoco es terrestre.
La muerte no prohibe ser poeta
No sé de qué estoy vivo.
Vengo a visitar los días
y el tiempo olvidó memorias por mis ojos.
Debo dejar la soledad intacta,
borrar mi silencio habitado.
Existo.
Es la señal.
Se puede morir en el mismo dibujo
y tu rostro
apenas un complemento del destino,
un paso por la sangre
un relámpago hacia nosotros,
con todo el infinito al cual no volveremos
para intentar de nuevo ser principio.
Y el día converge
en el sitio preciso adonde espero.
Pongo un sueño adentro de otro sueño,
con la muerte suspensa
a mitad del cansancio.
Hay un silencio que ha nacido
para decir amor y volver al silencio.
Y todo está a los pies de la ausencia:
un escombro de días adentro de otros días,
una esperanza voraz,
y el tiempo se detiene.
Paso a trasluz de mi esperanza,
atravieso mi voz
y sigo mi camino.
Soneto de mis cuatro silencios
Gracias por el silencio de un segundo,
Cual llegado del fin del universo.
Sé de un silencio igual, lejano y terso
Antes del alba con que nació el mundo
Sólo el hombre, ese pobre vagabundo
Vive con él, pero lo lleva inmerso.
Todo su fluir regresa verso a verso
Cuando busca el silencio más profundo.
Sé de otro, el de antes que he nacido.
Frágil , liviano a un llanto amanecido,
a la palabra a la que ahora vuelvo.
Fue a la luz mi locura y fue mi grito.
Hoy por eso Señor todo contrito,
porque es tuyo el silencio, lo devuelvo.
El poeta tiene hambre porque no existe
Cuelgan los países desde un agujero abierto
en el infinito.
Aquel profesor pretende explicar por qué caen
los ojos cuando el idioma parpadea.
Una pareja joven, hace el amor con neologismos;
desorden, caos, grita el psicólogo,
aún no les ha crecido un diván en la sangre.
Un Yo y un Nosotros creen reconocer el sexo
de las galaxias que, no tendrán endecasílabos.
Los hombres están olvidados.
Los sacerdotes cobran salarios para no encontrar
peregrinos que puedan hablar del verbo de los dioses.
Las computadoras controlan cinco millones de años
de códigos genéticos. Temen que el niño de la probeta
sea ególatra o gobernante.
Abandonados.
Sin que nadie explique para qué estamos
en cualquier planeta.
Alguien pone medallas a las horas laborales.
Los hombres son héroes olvidados de la vida.
La batalla final sigue en su sitio,
aún no ha sido comprada por nadie.
El mejor postor, al ajustar a su conveniencia
la cantidad de armas y de muertos,
descubre que le hacen falta más muertos.
Aquel profesor docto en palabras
dice en medio de poemas que no entiende
y que duelen con sangre de la vida:
“los poetas no existen, son una creación de la poesía”.
(Volver a Actuales)
Alberto Tasso
El gavilán
fumado
Siento un estado
general del ánimo
que me remonta a
mis mejores cumbres.
He volado estos
cerros desde chico.
Sé cómo sopla el
viento, y lo aprovecho.
En días de calor
pega muy fuerte.
Cierro los ojos,
subo, subo y subo
hasta que me he
olvidado de mi suerte.
Entonces soy
feliz. Pájaro. Humo.
En día de norte
viento es más jodido.
El pico atrapa
malos pensamientos.
Mejor es no
volar en esos días.
Solo me quedo,
emplumado y quieto.
Así es la vida
arriba. No hay abajo.
Pero si abajo
hubiera, habrá serpientes.
La contienda
Hace tiempo
quería un gran poema
escribir, que
además de ser muy breve
profundo fuera
como mar tonante,
filoso como un
diente de sable.
Pronto vime
perdido entre la fronda
de la oscura
metáfora y el trueno
el aforismo o la
melancolía
del amante que
ha sido desahuciado.
Pero estaba
lanzado y no quería
faltar al duelo
de esta gran porfía
entre el cielo y
la tierra, nada menos.
Al fin logré los
versos del remate
do rimaban la
muerte con la vida
en medio de
placeres y agonías.
Andando
Andando sé que
llegaré temprano al corazón de ti y a tu cocina.
Alma soy, del
bebido la primera y la última del hambre.
En la comida
somos dos comensales tan antiguos.
Yo no te como a
ti, ni tú a mí, esa es la regla.
Pero vos sueñas
ya, duermes segura mientras la noche avanza.
Ya son las doce.
A tu costado cela el mío diente
(Volver a Actuales)
Oscar Hahn
A mi bella enemiga
No seas
tan vanidosa amor
mío,
porque para serte franco
tu belleza no es del otro mundo.
Pero tampoco es de éste.
En una estación del
Metro
Desventurados los que
divisaron
a una muchacha en el Metro
y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos
y la perdieron para siempre entre la multitud
Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por la estaciones
y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles
Y quizás el amor no es más que eso:
una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro
y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre.
Paisaje nocturno
Si tus miradas
salen a vagar por las noches
las mariposas negras huyen despavoridas
tales son los terrores
que tu belleza disemina en sus alas.
(Volver a Actuales)
Juan Anselmo Leguizamón
Dieciocho segundos de
esplendor y soledad
No hay nada mejor que
una mujer, apenas dorada por el sol de mediodía, que
durante la siesta de un
sábado está sola, en el patio, sentada en una reposera,
con los pies apoyados en
una silla, las piernas abiertas, rascándose la concha y
leyendo una revista.
No hay nada mejor que
una mujer rascándose sola en el patio.
Que durante la siesta
está sentada sobre un verde lagarto gigante
con los pelos
endurecidos
y picazón en los pies
desnudos
frotándolos contra la
piel agrietada del suelo.
Nada mejor que el sonido
de una chupada de mate mientras pasa las hojas de la revista.
Todo apenas dorado por
el sol de mediodía.
Sin señal
He perdido contacto con
la poesía
que llama con un pulso
desde un planeta lejano
atraviesa las noches
terrestres deste sur pelado
titilan ellas las
estrellas laten las tetas negras
bebería la leche morada
de tus pezones de terciopelo
pero he perdido contacto
con ella
la poesía que rodea este
mundo por afuera
que pulsiona tanta
incógnita galaxia
la que entre murmullos
inauditos procrea
te he perdido y allá
escamada de astros te volteas
esta noche sin cuenco
para las gotas que vuelan de tu pelo.
Y tendría que haberle
pedido a Javier Adúriz que
corrija esto
¡Corran -les gritó-
ya se han dado cuenta de
que son poetas!
Y así -de rompe y raje-
estuvieron idos
con sus pentámetros
yámbicos a cuestas
agarrados de sus
sombreros de fieltro
perdiendo algunos
Wordsworth en el camino.
Fue en tandas de cinco
que se las tomaron
llevados por motoqueros
del infierno
a la loma donde el
Lucifer de Milton
acabado de tanto trajín
y dolo
giraba en pura sangre de
calesita
sin pillar sortija.
(Volver a Actuales)
Julio Salgado
El río
Ahora
vamos ciegos santos en la blasfemia
Mordiéndonos con la memoria
Viajando apretados
en el mes de diciembre
Despiertos somos difuntos
sin aprender a sonreír
El río Dulce bajo las tensas costillas del puente
avanza con nuestros cuerpos
llevándome con tu compañía
como si fueras sacerdotisa de mis propias vergüenzas
de esos lugares
donde están mis heridas apagándose y encendiéndose
Por ahora el rayo de tu lengua se desliza de norte a sur
Guardándose en algo parecido al firmamento
Bajo las nubes amarillas que hay en el cielo
te he abrazado
Tus piernas aparecen bruñidas con la solemnidad
de las puertas del Mercado Armonía
y los tules que vienen del sol
nos señalan en las isletas
quietos
con la apariencia de liebres en el médano
esclavos de los pequeños remolinos en la siesta
hechos de brisa y agua.
Hasta dónde te retiras
separada de tu cuello
por una gargantilla
con el Sagrado Corazón
Me dirías: Tu no lo sabes todo
¿habrá otros caminos?
Como si fuera parte de nuestro sueño
el río
se acomoda como un manto que ahoga a las barrancas
me lleva hasta la cama destendida de un remanso
girando la llave de esa misma oquedad que hay en tus labios
que va y viene en la corriente
en esa impura textura que forman los líquenes
y el semen de los peces
En la noche
el viento canta a los huesos
y al ausente gobierno de tus brazos
dormidos para siempre
Una doble envoltura susurrante
es lo efímero en mí.
De ti no hay nada.
Cala I
La mujer
que poseía el anillo que obsesiona al diamante despertó.
Una música en las hojas de los árboles que se acomodan tras la luz de la
ventana el filamento vegetal que vaga por el pico y el canto del zorzal
entre las ramas la palabra… la letra… sus labios semiabiertos por un
extraño almíbar que viene de la noche y escarba allí dentro en el alba
algunas mágicas combustiones que producen calores en su almohada cierto
abandono en la implacable desnudez algo del extravío en su mirada
permitieron la entrada de la huasca de un sol esa mañana.
Pasaje
De allí
lo que quedaba
Buscaban sus vihuelas los efímeros.
Tengo los piquillines.
Los huertos de poleo donde duermo.
El celo en movimiento. Lo que se ve me digo.
Corrió la imágen de su hechura. Espejo
contra espejo.
Volaban las montañas. Caían las ovejas
desterradas.
Las tijeras.
Caían los esquiladores y las casas.
De ahí el devoto de la sortija y el veneno.
El mágico secreto donde se baña el mangangá
comiendo de la flor
en el tatuaje de la flor. Todo por
un anochecer
en esa oscurecida libertad de las estrellas.
Yo creo en los azules vagabundos.
Convido a los amantes sin idilio la espada
De San Jorge.
Lo escarlata del rojo. Aquel escarabajo
Que vive en los anillos de mis dedos
y en el cielo.
(Volver a Actuales)
Carlos Zurita
Pared
y además de todo eso
tu cama
sostiene la pared
tu corazón
respira
y sostiene la pieza
la puerta duerme
pero yo no puedo dormir
tengo que estar despierto
impedir que el invierno
arraigue entre nosotros
que no se apague el fuego
que no se calme tu corazón
que no se vayan a caer
estas piedras
sobre nosotros
A Charlie
No me impida
escribir sobre mi gato
lo ya dicho por
Neruda, Baudelaire,
Borges o el
misterioso Apollinaire:
algo debo decir
en mi formato.
Tutor de
metafísica y soltero,
santiagueño con
cola que rehúye
las caricias, y
todo lo que fluye,
hasta el amor,
eterno pasajero.
Por este mundo
de simulaciones,
él descalzo y
desnudo se desliza
como una sombra
por habitaciones
y territorios
donde nadie pisa.
Esta es su casa.
Creímos ser sus dueños,
sólo somos
materia de sus sueños.
Bienvenidas
sean las culpas
durante tanto
tiempo
pasa que pierdo
la cabeza
y me olvido de
vos
de tus sueños
me olvido de tus
lágrimas
hoy es un dia
más
y ya son las
siete de la tarde
ando dando
vueltas por las habitaciones
mirando los
cuadros
los retratos de
familia
los libros que
nunca volveré a leer
examinando
viejos papeles
procurando que
pase el tiempo
y llegue el
momento decente
para servirme un
gin tonic
nada más espero
de la vida
en estas
circunstancias
me siento
culpable por demasiadas cosas
pero bienvenidas
sean las culpas
ya que gracias a
ellas
a veces traigo
flores a la casa
y las pongo
junto a tu cama
en la mesita de
luz
antes que
apagues la lámpara
y todo se
desvanezca
(Volver a Actuales)
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Ángel Leiva y Carlos Zurita
29 de Septiembre de 2022
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